sábado, 6 de febrero de 2010

Los colores inexistentes de mi mente salieron a conquistar la realidad. ¿Y de qué sirvió? Automaticamente el gris desarrollo de la frialdad social los engulló uno por uno. Mejor, todos a la vez. Y llevaba una pistola. Y me apunto a la cabeza. ¡Sí! Me apuntó a la cabeza. Y yo lo miré horrorizado. ¿qué pasa? pregunté, ¿porqué me apuntas?...y él me respondió
-¿y porqué no?
su lógica me dejo por los suelos, pero más por los suelos me dejó en tiro en la sien. A través del hueco en mi cabeza se te veía a ti. Estabas como siempre, acurrucada contra la pared fumando un lucky strike mirando con desprecio a tu alrededor.

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